Por Ana Belén García-Varela1, Leonor Margalef2 y Alejandro Iborra3
CUADERNOS DEL INSTITUTO IKEDA · 5 · Jun. 2022
RESUMEN: En este artículo se presentan las líneas clave que desarrolló la propuesta de paz de Daisaku Ikeda de 2021 y que dieron lugar a una jornada de reflexión en la Facultad de Educación de la Universidad de Alcalá. En diferentes asignaturas de grado y postgrado se trabajó el contenido de la propuesta para tratar de generar ideas entre los estudiantes que les hicieran afrontar su responsabilidad ante el cambio social. En sus propuestas de paz, Daisaku Ikeda, trata de concienciarnos de nuestro papel como agentes de cambio de la realidad que estamos viviendo y pone especial énfasis en las generaciones jóvenes. En esta jornada tuvimos la posibilidad también de contar con la participación de expertos, el Dr. Vicente Garrido de la Universidad Rey Juan Carlos, y la Dra. María Jesús Salado que además de ser profesora en la Universidad de Alcalá es Directora de Sostenibilidad Ambiental.
PALABRAS CLAVE: Propuesta de paz, creación de valor, crisis.
ABSTRACT: This article presents the key lines developed by Daisaku Ikeda’s 2021 Peace Proposal, which gave rise to a day of reflection in the Faculty of Education at the University of Alcalá. The content of the proposal was worked on in different undergraduate and postgraduate courses to try to generate ideas among students that would make them face up to their responsibility in the face of social change. In his proposals for peace, Daisaku Ikeda tries to make us aware of our role as agents of change in the reality we are living and places special emphasis on the younger generations. In this conference we also had the possibility to count on the participation of experts, Dr. Vicente Garrido from the Rey Juan Carlos University, and Dr. María Jesús Salado who, in addition to being a professor at the University of Alcalá, is the Director of Environmental Sustainability.
KEYWORDS: Peace proposal, value creation, crisis.
1. Introducción
Para el Instituto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda, es un placer poder desarrollar cada curso una jornada inspirada en la propuesta de paz de Daisaku Ikeda. Esta jornada, celebrada a finales de noviembre de 2021, es además especial porque hemos contado con la participación de estudiantes de diferentes asignaturas de la Universidad de Alcalá que han elaborado sus propias conclusiones. Además, contamos con la colaboración del Dr. Vicente Garrido y la Dra. María Jesús Salado, que compartieron con nosotros su experiencia.
A continuación, para poder entender el contexto que inspira esta actividad, desarrollaré un breve resumen de algunas líneas fundamentales de la propuesta de paz de 2021 de Daisaku Ikeda.
Daisaku Ikeda es un reconocido filósofo y educador japonés que ha trabajado a lo largo de toda su vida en la construcción de la paz en el mundo, el desarme nuclear y la educación. En nuestra universidad se le nombró doctor honoris causa en 2018; uno de los más de 250 galardones que ha conseguido en su vida. Dentro de su labor por la paz, ha mantenido diálogos con diversas personalidades de todo el mundo como pensadores, filósofos o políticos. Muchos de estos diálogos se han convertido después en libros que están traducidos a diversos idiomas. Por ejemplo, en castellano podemos leer el interesante diálogo con Arnold Toynbee, con Ricardo Díez Hochleitner, con Adolfo Pérez Esquivel, o el más reciente con Lou Marinoff, entre otros.
Daisaku Ikeda también ha fundado diversas instituciones culturales y educativas como, por ejemplo, la Universidad Soka en Japón, con la que trabajamos de forma conjunta en nuestro instituto de investigación, creando puentes de pensamiento y cultura con la participación de estudiantes, investigadores y docentes.
Además, al inicio de cada año, Daisaku Ikeda presenta una propuesta de paz donde reflexiona sobre los problemas que padece nuestra sociedad y hace propuestas concretas sobre cómo abordarlos. Esta jornada que aquí presentamos nació inspirada en la propuesta de paz de 2021, titulada La creación de valor en tiempos de crisis. A continuación, vamos a hablar de algunos de los puntos principales de esta propuesta.
2. La profunda crisis del mundo actual
La propuesta de paz de este año comienza con un párrafo impactante que nos hace reflexionar sobre la situación actual que estamos viviendo.
El mundo actual afronta una compleja simultaneidad de crisis perentorias, sin precedentes en la historia de la humanidad. Además de la incidencia de fenómenos meteorológicos extremos, que se agudizan año tras año a tono con el agravamiento del cambio climático, la pandemia del nuevo coronavirus amenaza la estabilidad social y económica en todo el orbe (Ikeda, 2021, p.4).
Estamos viviendo, por tanto, un momento de crisis histórico que, por diversos motivos, afecta a escala mundial. Ya no se trata de eventos que de forma puntual afectan a ciertas partes del mundo, sino que se están viendo afectadas personas de todos los continentes y, además, por la globalización de la crisis que estamos viviendo, las decisiones que se están tomando están involucrando también el bienestar de otras personas en diferentes lugares del mundo. Por ejemplo, como ya nos recordaba en su diálogo con Díez-Hochleitner, el ritmo de consumo y explotación de los países industrializados está poniendo en peligro la convivencia del planeta, generando problemas derivados de la creciente contaminación del medio ambiente y provocando enormes desigualdades entre las personas (Díez-Hochleitner e Ikeda, 2009).
Por este motivo, Ikeda nos llama a impulsar con firmeza el establecimiento de una sociedad global comprometida con la paz y con los valores humanos en el siglo XXI. Tenemos que recordar que la visión de esa globalidad a la que estamos haciendo alusión tiene para Ikeda el significado de no olvidarnos de lo local.
Ikeda (2020) aboga por un cosmopolitismo moral opuesto a la perspectiva del imperialismo. Promueve una ciudadanía global basada en virtudes como la sabiduría, el valor y la compasión. En su diálogo con Pérez Esquivel nos decía que: “En el mundo actual parece predominar la civilización del materialismo consumista, con su devoción exclusiva a la economía de mercado; sin embargo, precisamente en un encuadre como éste adquieren un papel preponderante las culturas distintivas, la historia y las vivencias singulares de cada pueblo; solo a partir de esta convergencia podrá crearse una verdadera cultura de paz sustentable para todo el género humano” (Ikeda y Pérez-Esquivel, 2021). Su propuesta de globalización implica que cada pueblo pueda desarrollar su acervo cultural de manera peculiar en conexión con otras tradiciones sin perder sus propias señas de identidad.
Por ello, el trabajo de Ikeda se enfoca en promover una educación humanista que permita concebir la paz como el momento en que los seres humanos no se teman y puedan apreciarse con confianza mutua, como un estado natural y ordinario de la vida. Solo cuando esta creencia se convierta en el principio rector, podremos crear una sociedad genuinamente humana (Ikeda, 2020). Ikeda hace un llamamiento a una revolución global que comience con la revolución humana de cada individuo para hacer frente a los problemas mundiales. La educación, en este sentido, es la clave misma para formar a las nuevas generaciones humanas para que sean respetuosas y tengan la responsabilidad de preservar el entorno natural y la vida en nuestro planeta (Díez-Hochleitner e Ikeda, 2009).
En su propuesta de 2021 nos enfoca hacia tres líneas fundamentales:
- No dejar atrás a quienes viven expuestos a infortunios y se encuentran aislados.
- Necesidad de trascender las diferencias entre los países para que se unan en una labor solidaria que permita superar la crisis.
- Desarrollar una cultura de derechos humanos donde nadie vea vulnerada su dignidad.
3. No dejar a nadie atrás
En su compromiso por no dejar a nadie atrás, Ikeda nos dice que “debemos atender las necesidades de quienes, vulnerables de por sí, ya se hallaban expuestos a la desigualdad y a la discriminación, o dependían de la ayuda de contactos sociales y de redes de apoyo para poder vivir en forma digna» (Ikeda, 2021, p.14). Para ello, nos hace reflexionar sobre el problema que genera la brecha digital en un mundo que cada vez depende más de la tecnología creando grandes desigualdades entre las personas.
También pone el foco de atención en la violencia de género y la desigualdad social que ha empeorado con la situación de crisis actual y plantea un concepto que cabe destacar. Diferencia entre el “distanciamiento físico” y el “distanciamiento social”. Muchas medidas que se han tomado en la actualidad nos han llevado a un distanciamiento físico de otras personas, pero eso no implica que tenga que ser también un distanciamiento social que potencie aún más el individualismo de muchas sociedades actuales. Nos dice que “debemos recordar que todos compartimos la existencia como miembros de una misma comunidad humana” (Ikeda, 2021, p.14) y obrar en consecuencia.
Por tanto, “siempre debemos dirigir nuestra atención, ante todo, al sufrimiento de las muchas personas cuya vida se ve directamente afectada” (Ikeda, 2021, p.16). Y es que debemos aprender a descartar lo transitorio y revelar lo verdadero. Frente a toda la sobreinformación que tenemos actualmente a través de Internet y los diferentes medios de comunicación, que más que dar luz a veces nos confunde, tenemos que centrar nuestra atención en lo que realmente importa que es dirigir nuestra atención al sufrimiento de las personas.
En la propuesta, Ikeda nos recuerda una historia que nos relataba Shakyamuni (Siddharta, en la tradición de la India). Esta historia contaba que una vez, un hombre fue herido por una saeta envenenada. Antes de dejar que se la extrajeran, este hombre insistía en saber quién había fabricado el arco y la flecha que le habían herido, cómo se llamaba y a qué clan pertenecía la persona que le había disparado, etc. En aquellas condiciones en que peligraba su vida, se negaba a permitir otras medidas salvadoras hasta no obtener primero respuesta a todas sus preguntas. Shakyamuni nos dice que alguien en esta circunstancia terminaría muriendo, por no quitar de su cuerpo la saeta que está liberando el veneno. Con esta parábola, nos viene a recordar que no podemos distraernos con discusiones teóricas si estamos mientras tanto olvidando cuestiones reales que afectan la vida de otras personas. Con esta historia Buda nos muestra que no se trata de salvar de manera sobrehumana a los otros, sino de ayudarles a descubrir y activar su potencial innato, transmitir valentía y coraje.
4. Establecer una red global de acciones solidarias
Ikeda nos llama a crear una conciencia global que nos mueva a establecer una red global de acciones solidarias, que comienzan desde la iniciativa individual de cada persona.
Si bien la amenaza representada por la pandemia es de suma gravedad, creo que podremos vencerla sin falta en la medida en que ejercitemos la ilimitada capacidad humana de superar problemas y de escribir una nueva historia. Nuestra labor colectiva de enfrentar la pandemia puede servir de base para crear conciencia mundial sobre la importancia crucial de la colaboración solidaria a la hora de transformar crisis. Y esto, a su vez, puede desplazar el vector de la historia humana, con el resultado de librarnos de los trágicos enfoques sobre la seguridad nacional que, además de echar raíz en los conflictos, no hacen sino perpetuarlos (Ikeda, 2021, p.29)
Como ejemplo de superación de una crisis sin precedentes en la historia de la humanidad nos pone el caso de la llegada del Renacimiento. Igual que de las tinieblas de la Edad Media pudo surgir una nueva era, estamos capacitados para generar un nuevo inicio basado en valores valiosos para la humanidad. Desde el planteamiento de Ikeda, necesitamos construir una cultura de los derechos humanos. Y ahí, nuestros estudiantes de derecho y de educación que han participado en esta actividad tienen mucho que aportar.
Ikeda nos dice, que para construir esa cultura de paz tenemos que trabajar para vencer “la manipulación de miedos irracionales [que] ha provocado grietas y conflictos que han dejado hondas cicatrices en la sociedad” (Ikeda, 2021, p.29). Los acontecimientos que hemos vivido sobre todo en los últimos dos años nos deben hacer pensar sobre ello. Aspectos como el aislamiento o la polarización que vivimos en nuestros días son una muestra de ello.
En este sentido, Ikeda nos hace reflexionar sobre el origen de la discriminación que subyace a la necesidad de “identificar a los miembros del propio grupo como portadores del valor más justo y elevado” (Ikeda, 2021, p.32) frente a los otros en un “impulso por priorizar a los integrantes del propio colectivo” (Ikeda, 2021, p. 32). Nos dice que “esto se articula con sentimientos de aversión hacia los otros, que mueven a la gente a buscar seguridad evitando el contacto con quienes se perciben como personas diferentes” (Ikeda, 2021, p.32). Este es un mecanismo básico de pertenencia al grupo que se estudia en psicología social. Siendo conscientes de ello, será más posible que podamos actuar frente a ese mecanismo para aprender a ser más tolerantes.
Esto es lo que nos permitirá crear una verdadera cultura de los derechos humanos. En ello, la educación tiene una gran responsabilidad pues, como nos dice Ikeda, “puede ayudar a gestar una fuerte sinergia solidaria entre personas que, conscientes de la importancia de la dignidad humana, viven comprometidas con la transformación social y están dispuestas a reexaminar nuestras formas de vivir. Esa solidaridad nos permitirá dar unión concreta y palpable a los muchos arcos que integran el círculo de los derechos humanos y de la dignidad, y que han quedado extraviados u opacados por la naturaleza estructural de la opresión” (Ikeda, 2021, p.36).
5. Reconstruir la vida en el mundo después de la COVID-19
Necesitamos ser conscientes de los retos que estamos afrontando hacia el futuro como sociedad para poder hablar de una verdadera reconstrucción de la vida después de la COVID-19, más allá de normalidades, nuevas normalidades, anormalidades, etc. que son los términos que estamos escuchando actualmente. Necesitamos construir una sociedad que permita a los jóvenes vivir con esperanza de alcanzar la sostenibilidad y construir así una cultura de derechos humanos.
La humanidad es capaz, como lo ha sido en otras ocasiones, de transformar los círculos viciosos de causas y consecuencias negativas en círculos virtuosos. El ser humano tiene la capacidad de convertir los problemas en una energía creadora de valor positivo.
Con este espíritu fue con el que se generó esta jornada después de diversas conversaciones con las compañeras del equipo del Instituto Ikeda.
Animados por la propuesta de Ikeda que sugiere, “Me gustaría proponer que […] se celebre una cumbre de jóvenes en torno al lema ‘más allá del COVID’, en la cual debatir la clase de mundo que la gente joven quisiera ver al término de esta crisis” (Ikeda, 2021, p.43), hemos generado en diversas asignaturas de la Universidad de Alcalá un espacio para reflexionar, debatir y compartir ideas sobre la clase de mundo que la gente joven quisiera ver al término de la crisis.
Las preguntas que han guiado estas reflexiones han sido:
- ¿Cómo te imaginas el mundo después de la pandemia? ¿Cómo querrías que fuera el mundo en el futuro?
- ¿Qué expectativas tienes sobre tu futuro a medio plazo?
- ¿A qué estarías dispuesto/a a renunciar para conseguir un mundo más sostenible y de mejor calidad de vida para la mayor cantidad de personas?
- ¿A qué estarías dispuesto/a a comprometerte según tu situación aquí y ahora?
- Para ayudar en el avance de una sociedad inclusiva como futuros educadores/as, ¿qué acciones podemos poner en marcha?
En cada una de las 4 asignaturas se formaron grupos de discusión para generar una mayor participación. A partir de allí, se extrajeron conclusiones globales por asignatura y representantes de cada clase compartieron en las Jornadas sus ideas y propuestas.
Entre los aspectos más significativos de las voces de nuestros estudiantes podemos destacar algunas de sus reflexiones siguiendo el orden las preguntas.
¿Cómo te imaginas el mundo después de la pandemia? ¿Cómo querrías que fuera el mundo en el futuro?
Los alumnos imaginan ante todo un mundo mucho más digitalizado y tecnológico, que supondrá una transformación, en muchos empleos, muy relevante. Aunque una minoría plantea que va a haber una continuidad en la manera de relacionarse, siguiendo con muchas de las medidas adoptadas (como la distancia social, medidas de higiene, uso de mascarillas, menos aglomeraciones), en general, se plantean cambios en dichas relaciones sociales. La mayoría considera que va a producirse una normalización en las relaciones, una vez desaparezcan las restricciones, aunque se planteen relaciones sociales más complejas, con menos interacción con personas desconocidas, de ahí el llamamiento a tratar de aprender a empatizar más. Todo lo anterior, consideran que generará problemas de salud mental, entre otras cosas por los escasos recursos de atención psicológica que existen actualmente. Como planteaba un grupo: “Nos gustaría que el mundo en un futuro contase con una sociedad menos egoísta, más solidaria, más responsable y concienciada, ya que la pandemia nos ha enseñado a valorar muchas cosas, pero a su vez como el proceso de superación está siendo bastante largo y queda mucho por hacer, las personas le hemos ido restando importancia a todo eso”. También hay grupos que se plantean la posibilidad de una fase de cierto “descontrol” y desinhibición social que compense todas las medidas de distancia y regulación social previas. Desde una perspectiva más amplia, también se percibe una mayor desigualdad social, debido a la crisis económica mundial en la que vamos entrando.
¿Qué expectativas tienes sobre tu futuro a medio plazo?
Hay tres tipos de expectativas en los grupos. Por un lado, aquellas expectativas pesimistas, que no esperan ninguna consecuencia positiva o favorable en el futuro a medio plazo. Por otro lado, encontramos las expectativas que podríamos denominar como idealizadas, basadas en lo que les gustaría encontrar: “Nos gustaría que fuese un futuro sin violencia, con leyes justas, una justicia ecuánime y crítica. También nos gustaría que hubiese una buena educación tanto en las escuelas infantiles, colegios e institutos, como en los hogares para mejorar la sociedad en todos los ámbitos, que tuviera más peso la solidaridad que la avaricia, riqueza… También, que los políticos dejaran de mirar simplemente por su propio bien y colaboraran entre ellos para el bien común”. Por último, hay también expectativas más realistas, integrando cuestiones optimistas y pesimistas, planteadas desde su presente más inmediato: “Nuestro futuro a medio plazo es acabar la carrera y opositar para así tener en un futuro un trabajo estable y poder independizarnos, aunque esta última opción es bastante complicada debido a los elevados costes de las viviendas y la complicada calidad de vida en la juventud”.
¿A qué estarías dispuesto/a a renunciar para conseguir un mundo más sostenible y de mejor calidad de vida para la mayor cantidad de personas?
La mayoría de los grupos se plantea renuncias relacionadas con el consumo de productos que afecten negativamente al medio ambiente tales como disminuir el uso de plásticos (usados como envases) y sustituirlos por productos más fáciles de reciclar, disminuir el uso de aerosoles, evitar transportes individuales contaminantes como los coches, incluso reducir el consumo de agua sustituyendo baños por duchas. Además de este tipo de medidas más centradas en el medio ambiente, plantean otros cambios de hábitos como pueden ser comprar menos ropa, usar más energías renovables, no participar en macro–botellones, renunciar a parte de nuestra comodidad valorando más lo que ya poseemos, potenciar la agricultura, favorecer la repoblación forestal, apoyar el comercio local, consumir productos de temporada. Incluso cuestiones más relacionales como ser menos avariciosos y más generosos con los demás.
¿A qué estarías dispuesto/a a comprometerte según tu situación aquí y ahora?
A la hora de comprometerse en su situación actual, las participantes se sitúan desde tres identidades diferentes. Por un lado, están los que, siguiendo la pregunta anterior, reducen el compromiso a las cuestiones medioambientales, a las que ya se habían referido (es una perspectiva de alumno contestando estas preguntas). Desde ahí se comprometen a reciclar, a disminuir sus prácticas de consumo, a implicarse en actividades de voluntariado, etc.
Otro grupo de estudiantes ve la situación desde su perspectiva general como estudiantes de Magisterio y desde ahí se compromete a centrarse más en sus estudios, a aplicar los estudios a la práctica, a llevar los trabajos al día, a buscar cursos de formación que complemente lo que ya están estudiando para aplicarlo en un futuro.
Por último, otro grupo de estudiantes se proyectan como futuras maestras y ante todo priorizan la posibilidad de asentar valores en los niños pequeños, para construir una sociedad basada en el respeto, los valores y el compromiso medioambiental.
Para ayudar en el avance de una sociedad inclusiva como futuros educadores/as, ¿qué acciones podemos poner en marcha?
En esta última pregunta las estudiantes sí enfatizan medidas que adoptarán como educadoras, centradas sobre todo en facilitar valores relacionados con la tolerancia, respeto y atención a la diversidad. Veamos algunos de ellos:
“Trabajar y educar sin prejuicios, desarrollar propuestas y actividades inclusivas en clase. Evitar las ideologías políticas en la educación, como vivimos en sociedad, la educación debe de ser para todos igual, independientemente de qué contexto le influya a cada individuo”.
“Podríamos explicar a los niños la existencia de múltiples tipos de personas que no se ubican bajo estándares clásicos y no por esto se les debe tratar de forma de diferente, es decir, [contribuir] a no crear estereotipos para no prejuzgar y que pueda conocer en profundidad a los demás”.
“Educar a los niños con valores, respeto, enseñarles a gestionar y conocer sus emociones para que no tengan carencias en la edad adulta”.
“Inculcar a los niños a temprana edad valores como la empatía, el respeto hacia el resto. También a normalizar que todos somos diferentes, invitándolos a ser ellos mismos”.
“Inculcar a los niños desde muy pequeños sobre la diversidad, tolerancia, respeto, igualdad, consciencia sobre el mundo en el que viven”.
“Desde un primer instante dar a entender que todos somos iguales y que todos somos capaces de realizar cualquier acción, promover el uso de todo tipo de lenguajes e idiomas, conocer distintas religiones y promover el respeto general”.
“Poner atención en que ningún alumno discrimine a otro por género o raza. Que conozcan sobre otras culturas, empleando talleres y actividades, concienciar a los niños de que debemos tratarnos a todos por igual dando a conocer la diversidad”.
Como vemos, en sus reflexiones abordan la diversidad desde múltiples perspectivas y son conscientes de la importancia de comenzar a educar en estos temas desde la infancia. Es un gran valor que las nuevas generaciones de docentes sean sensibles a la diversidad y tomen la iniciativa para educar desde la tolerancia.
6. En conclusión
Las jornadas sobre las propuestas de paz son una oportunidad para conectar la realidad inmediata de nuestros alumnos de la Universidad de Alcalá, con la realidad más global revisada y analizada en nuestra cita anual con el pensamiento de Daisaku Ikeda.
Como se desprende de la síntesis de las respuestas de nuestros alumnos, existe un interés centrado en sus necesidades más inmediatas, muy centradas en su preocupación por emanciparse, conseguir un empleo relacionado con su formación. A su vez, es fácil vincular su vida cotidiana con cuestiones más amplias, como la sensibilidad por adoptar estilos de vida coherentes con la sostenibilidad medioambiental. Más allá de las ideas abstractas bombardeadas en los medios de comunicación sobre la importancia de la sostenibilidad, los alumnos muestran ejemplos concretos que tienen sentido en su día a día.
Además de estas necesidades inmediatas, hay también una reflexión sobre qué tipo de valores pueden facilitar un mejor afrontamiento de la crisis actual, al menos desde una perspectiva educativa. Algunos de los valores mencionados (tolerancia, respecto, atención a la diversidad) se convierten en la respuesta al desafío de reconstruir nuestro mundo social, una vez se va superando la crisis que ha generado la pandemia y las medidas políticas y económicas adoptadas para afrontarla. Se enfatiza en las respuestas aportadas una vocación de solidaridad hacia el prójimo, con el deseo planteado por Ikeda de no dejar a nadie atrás, o al menos, de generar sociedades más inclusivas.
Es cierto que se ha generado menos debate en cuanto a las posibilidades que tienen como futuros/as docentes en formarse, en primer lugar, ellos/as mismos en una conciencia crítica sobre la sociedad de la información, la identificación de noticias falsas, la difusión de información sesgada, que como señala la propuesta de paz se traducen en discriminación y en prejuicio de ciertos colectivos. Esta es una acción concreta que pueden realizar en su práctica docente para contribuir a educar en una sociedad democrática respetuosa de los derechos y atenta a la cultura de todos. A pesar, de ser un enfoque de la propuesta de paz, ha pasado más desapercibido entre nuestros/as estudiantes.
Queremos destacar la ausencia de un planteamiento más crítico ante las medidas socioeconómicas adoptadas o un mayor cuestionamiento político. En general, los valores evidencian una perspectiva más conciliadora, de aceptación con la situación, bastante concienciada en concreto, con las posiciones de sostenibilidad ecológica. El único debate planteado con la ponente, la profesora María Jesús Salado García, cuestionó hasta qué punto el peso de las medidas para fomentar una sostenibilidad con el medio ambiente recae excesivamente en el ciudadano individual [i], en vez de enfatizar la influencia de los grandes grupos de inversión como Blackrock o Vanguard y su influencia en la mayoría de las grandes corporaciones industriales, farmacéuticas, energéticas, de medios de comunicación, etc. como Bayer-Monsanto, Apple, Microsoft, ExxonMobil, General Electric y Coca-Cola. Fomentar una cultura de derechos humanos como plantea Ikeda, exige una sociedad bien informada, que integre los problemas globales propios del momento histórico actual con la cotidianeidad de nuestro día a día. Esperamos que una futura promoción de educadores incluya estos temas en un trabajo en el aula que contribuya a crear valor en cada una de sus clases y escuelas.
[1] Ana Belén García Varela es Subdirectora del Instituto Universitario de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda, en la Universidad de Alcalá. Es también profesor Titular de Uuniversidad e imparte docencia en el Departamento de Ciencias de la Educación.
[2] Leonor Margalef García es miembro del Instituto Universitario de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda, en la Universidad de Alcalá. Es también Profesora Titular de universidad e imparte docencia en el Departamento de Ciencias de la Educación.
[3] Alejandro Iborra es Director del Instituto Universitario de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda, en la Universidad de Alcalá. Es también Profesor Titular de universidad e imparte docencia en el Departamento de Ciencias de la Educación.
Notas
[i] Véase en este sentido la propuesta de medir la huella de carbono personal.
Referencias
Díez-Hochleitner, R. y Ikeda, D. (2009). Un diálogo entre Oriente y Occidente. Círculo de Lectores.
Ikeda, D. (2021) La creación de valor en tiempos de crisis. Propuesta de paz de 2021. Ediciones Civilización Global.
Ikeda, D. y Pérez-Esquivel, A. (2021). La fuerza de la esperanza. Emecé.
Ikeda, D. (2020). Un nuevo humanismo. Instituto Ikeda y Ediciones Civilización Global.