Construyendo sociedades inclusivas:
Convivencia y migraciones

Por Ana Belén García Varela1 (ed.), Chad Hoggan2, Tetyana Hoggan-Kloubert3, Almudena López Morillas4 y Alí Al Rubaye5
CUADERNOS DEL INSTITUTO IKEDA · 7


RESUMEN: Los contenidos de este artículo emanan de un evento celebrado el 3 de marzo de 2023 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá bajo el título Construyendo sociedades inclusivas: Living together in a migration society. La convocatoria del acto fue inspirada por la publicación de una “Declaración sobre la crisis en Ucrania” por Daisaku Ikeda al comienzo del año. El conocimiento y las experiencias de los ponentes alentaron una reflexión sobre el fenómeno de las migraciones y sobre la importancia de construir sociedades inclusivas, basadas en el respeto a la dignidad humana.

PALABRAS CLAVE: Migración, apoyo social, sociedad inclusiva, dignidad humana, personas refugiadas.


ABSTRACT: The contents of this article originate at the event that took place on 3 March 2023 at the Faculty of Philosophy and Letters of the University of Alcalá under the title Building inclusive societies: Living together in a migration society. This event was inspired by Daisaku Ikeda’s «Statement on the crisis in Ukraine» issued at the beginning of the year. The speakers’ knowledge and experiences encouraged a reflection on the phenomenon of migration and on the importance of generating inclusive societies, based on respect for human dignity.

KEYWORDS: Migration, social support, inclusive society, human dignity, refugees.


Figura 1. Cartel del acto Construyendo sociedades inclusivas

1. Introducción · A partir de la intervención inicial de Ana Belén García Varela

Inspirados por la publicación de la “Declaración sobre la crisis en Ucrania y el principio de no ser el primero en usar armas nucleares”i de Daisaku Ikeda en enero de 2023, en este acto titulado Construyendo sociedades inclusivas: Living together in a migration society ii queremos reflexionar sobre el fenómeno de las migraciones y sobre la necesidad de construir sociedades inclusivas, basadas en el respeto a la dignidad humana.

Seguimos viviendo un momento de incertidumbre, en el que las hostilidades han ido aumentando y en el que, recientemente, Rusia ha puesto en suspenso el último acuerdo para el control de las armas nucleares. Este agravamiento de la situación genera una mayor necesidad de reflexionar sobre la gravedad del uso de este tipo de armas y de la política de disuasión dependiente de ellas.

Sobre esto, Ikeda escribe en la citada declaración:

Para ejercer control y afirmar su autonomía en materia de seguridad, los Estados emplean como estrategia la política de disuasión dependiente de las armas nucleares. Pero cuando sus ciudadanos y la humanidad toda se encuentran ante la inminencia de un ataque nuclear, al borde del precipicio, y ven el abismo que se abre por debajo, se sienten impotentes, privados de toda libertad de acción. Esa es la verdad de las armas nucleares: una realidad que no ha variado en absoluto desde el inicio de la Guerra Fría y cuya naturaleza inocultable deberían admitir los Estados poseedores de arsenales nucleares y los que dependen de ellos.

Debemos comprender, como sociedad, la irracionalidad que supone simplemente la tenencia de este tipo de armas, cuya capacidad de destrucción podría hoy exterminar la vida en la Tierra por completo, incluso –como nos dicen los expertos– eliminarla varias veces, si es que esto fuera posible. Por tanto, el acopio de este tipo de armas como medida disuasoria es en sí un sinsentido que pone en peligro a la humanidad en su conjunto.

En esta declaración, Ikeda recuerda cómo su maestro Josei Toda ya planteaba la necesidad de desmantelar la lógica con la cual se pretende justificar el empleo de las armas nucleares. Señala que no solo es necesario un autocontrol permanente y riguroso por parte de los líderes de los países que poseen este tipo de armamento, sino que superemos el sentimiento de resignación con respecto a la existencia de estos arsenales. Como ciudadanos comunes, podemos transformar la conciencia social acerca de esta cuestión creando contextos de diálogo y reflexión; esto es lo que estamos tratando de hacer aquí.

Ikeda nos dice:

En mirada retrospectiva, el statu quo global que prevaleció durante la Guerra Fría se caracterizó por una serie de crisis, en apariencia irresolubles, que mantuvieron al mundo en tensión constante, sacudido por frecuentes episodios de inseguridad y de temor. Y, sin embargo, la humanidad supo encontrar estrategias para salir del trance.

Como es habitual en la obra de este filósofo humanista, la declaración expresa su convicción en que las personas, y muy especialmente los jóvenes, tienen la capacidad de transformar la realidad. Esto se relaciona con el papel de la educación, y con la necesidad de movilizar conciencias para encontrar soluciones creativas a los retos que afronta nuestro mundo.

Ya desde el diálogo que mantuvo con el historiador Arnold J. Toynbee a principios de los años 1970, que fue publicado en forma de libro con el título Elige la vida, el trabajo de Ikeda ha promovido la creación de espacios de encuentro que hagan posible salvar las dificultades que la humanidad se ha autoimpuesto. Esta tarea transformadora se inicia en el contexto más cercano a cada individuo. En el texto que nos ocupa, Ikeda reitera: “ahora, es momento de que las naciones y los pueblos se unan para desplegar, una vez más, esa potencia creativa y gestar un nuevo capítulo de la historia humana”.

Hoy, además, queremos reflexionar también sobre una muy dolorosa consecuencia de la guerra, de las injusticias y de los desastres provocados por el cambio climático, como es la dramática necesidad que sufren muchas personas de dejar sus hogares para vivir como refugiadas en otros países.

Solo en el conflicto de Ucrania, como resultado de intensos ataques, la destrucción de infraestructuras y la escasez de suministros, millones de personas se han visto desplazadas a otros países de Europa, mientras que otros tantos millones se han convertido en desplazados internos.

Daisaku Ikeda vivió en primera persona, en su adolescencia, los bombardeos aéreos que arrasaron la ciudad de Tokio durante la Segunda Guerra Mundial. Escribe:

Aún hoy recuerdo con vívida angustia el momento en que tuvimos que huir despavoridos a través de un mar de llamas y fui separado de mis familiares, sin poder saber hasta el día siguiente si estarían a salvo. Otra escena indeleble que quedó grabada en mi memoria fue la imagen desolada de mi madre, entre espasmos de llanto, cuando le informaron que mi hermano mayor –quien, estando en el frente, había presenciado con enorme congoja las atrocidades perpetradas por el Japón– había muerto en el campo de batalla.

España es uno de los países que recibe a personas que buscan un refugio donde poder seguir construyendo sus vidas. Inspirados por un sentimiento de solidaridad, nos proponemos profundizar en el fenómeno de las migraciones y en cómo se está tratando de apoyar a personas reales en contextos reales. Para ello, a continuación, escucharemos la experiencia de los profesores Chad Hoggan y Tetyana Hoggan-Kloubert, editores del reciente libro Adult learning in a Migration Society (Routledge, 2021), quienes nos hablarán del trabajo que han venido desarrollando en la ciudad de Augsburgo, en Alemania, ayudando a la población ucraniana que se ha trasladado allí después de la invasión rusa. Seguidamente, de la mano de Almudena López Morillas y Alí Al Rubaye, aprenderemos acerca de la labor de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y, concretamente, sobre un proyecto que desarrolla en el distrito madrileño de Villa de Vallecas.

Figura 2. Panel del acto celebrado el 3 de marzo de 2023 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá

2. La experiencia de Augsburgo · A partir de la intervención de Chad Hoggan y Tetyana Hoggan-Kloubert

2.1. Cómo comenzó todo

No podremos olvidar lo que ocurrió el 24 de febrero de 2022, cuando conocimos que Rusia había finalmente atacado Ucrania. Aquella mañana supimos que teníamos que hacer algo, aunque no sabíamos todavía qué. Nos pusimos en contacto con los periódicos locales y las asociaciones de ucranianos en Alemania, y en pocas horas ya habíamos movilizado a muchas personas, organizando una manifestación para esa misma noche y una recogida de alimentos y enseres que podrían necesitar los refugiados que comenzaran a llegar. Ninguno de nosotros tenía conocimiento todavía de qué tendríamos que hacer a partir de entonces, pero fue increíble la capacidad de todas aquellas personas para movilizarse.

A lo largo de este largo año, las necesidades de las personas han ido cambiando y, en respuesta a ellas, hemos intentado apoyarlas a partir de este grupo inicial de voluntarios, que se fue adaptando a las nuevas necesidades (conocer el idioma, manejarse con la burocracia, etc.). Más allá de lo que puede hacer un Gobierno, siempre existe un vacío que las personas comunes pueden ayudar a llenar.

Me gustaría hablar de los esfuerzos colectivos que todas estas personas han hecho para apoyar a otras. Nunca pensé que mi trabajo teórico sobre la migración se iba a hacer práctico a consecuencia de una guerra. Pero lo que estamos viviendo con esta experiencia es que la migración es un reto para la sociedad que está revelando importantes cuestiones sociales sobre cómo queremos vivir juntos.

Un primer aspecto destacable es que debemos enmarcar la migración dentro de la educación desde el punto de vista de la dignidad humana. Y creo que esta ha sido la primera inspiración de nuestro trabajo práctico.

La transformación de la sociedad está profundamente ligada a la transformación de nuestro imaginario, a nuestra percepción de quién pertenece a esa sociedad y de lo que es posible, deseable, perseguible. El aprendizaje a lo largo de la vida es el promotor y el cocreador del cambio social, y a través de esta guerra pudimos ver que este era posible. Todos los alemanes, ucranianos y europeos hemos aprendido a partir de esta experiencia, y hoy queremos compartir algunas reflexiones sobre estas lecciones.

2.2. Los primeros pasos para recibir a los refugiados

Lo primero que aprendimos fue a deshacernos del miedo y la sumisión, porque, a pesar de estar bajo la amenaza del uso de armas nucleares, no podemos vivir con miedo al crimen o a los abusos. Tuvimos que aprender que podemos levantarnos y hacerles frente. Hemos podido aprender que, a pesar de que la mayoría de la gente pensaba que Ucrania podría mantenerse en pie apenas unos días, ya hace un año que su pueblo está sobreviviendo.

Hasta hoy nueve millones de personas han tenido que dejar sus hogares (un 20 % de la población), de los cuales cinco millones son desplazados internos y cuatro millones han tenido que salir al extranjero, si bien a finales de enero el 30 % había vuelto.

Cuando comenzó la invasión, en nuestra ciudad, Augsburgo (Alemania), nos preparamos para recibir a los refugiados. Lo primero que necesitábamos era un lugar para poder acoger a los que llegaran y que estuviera abierto las veinticuatro horas, todos los días de la semana, para recibir la ayuda que necesitaran.

A los cuatro días del inicio de la guerra recibimos en nuestra oficina a la primera familia: una pareja con sus tres hijos pequeños y su gato. Al llegar estaban tan afectados que solo la madre era capaz de hablar, mostrando la dureza de la realidad que estaban viviendo.

Una tarea prioritaria fue organizar puntos de información a los que llegaban las familias para recibir asesoramiento sobre qué hacer. Tradujimos documentos en alemán al ucraniano para que pudieran realizar los trámites burocráticos necesarios. Estas personas acababan de vivir situaciones horribles y queríamos que sintieran que había un lugar en el mundo donde sentirse seguros y encontrar comprensión.

Estos puntos de información terminaron convirtiéndose en puntos de encuentro y reunión, donde las personas iban a hablar sobre lo que les había ocurrido y se asesoraban unos a otros. Porque, como seres humanos, no podemos vivir aislados: necesitamos el diálogo para compartir con otros lo que nos está ocurriendo. A lo largo de este año, a Augsburgo han llegado cinco mil refugiados ucranianos y todos ellos han pasado por estos puntos de encuentro.

Figura 3. Puntos de información para personas refugiadas (Fuente: Emisión de “Construyendo sociedades inclusivas”)
2.3. Educación, asesoramiento y encuentros para sentirse parte de la sociedad

¿Cómo nos hemos adaptado a las necesidades que han ido teniendo las personas que han llegado? Lo definimos como “las tres B”: en alemán, Bildung, Beratung, Begegnung, es decir, educación, asesoramiento y encuentro. Estos tres son los pilares que nos ayudan a seguir apoyándolos. El asesoramiento, por ejemplo, puede ser psicológico, de orientación sobre la escolarización, sobre cómo encontrar un trabajo, sobre la burocracia, etc.

Pero todo esto nos ha llevado a pensar sobre cómo podemos adaptar la educación a la migración. Algunas personas que acudieron varias veces a los puntos de información se ofrecieron también para ayudar a otras personas. Nos decían: “Queremos hacer algo por los demás, no solo recibir”. Una mujer me dijo, metafóricamente: “Quiero ser humana; no quiero ser un perro a quien se le da un techo y algo para comer. Ser humana implica ser alguien activo y por eso quiero tomar acción yo también”.

Así, un grupo de mujeres comenzó a tomar acción y organizaron, en el mes de junio, una primera actividad que se llamó “Estoy aquí para ti” y que perdura hasta el día de hoy todos los miércoles a las seis de la tarde. En estos encuentros se reúnen, dialogan, cocinan juntas, cuidan los hijos unas de otras, etc. Es un espacio abierto a todos y, por ejemplo, en Halloween organizaron una actividad no solo para los refugiados ucranianos, sino para todo el que quisiera unirse.

Algo en particular que me gustaría destacar es la necesidad de orientación. Estas mujeres, en un momento dado, expresaron que querían que les enseñasen lo que tenían que hacer y no que alguien lo hiciera por ellas. Querían aprender a valerse por ellas mismas en la sociedad en la que se estaban integrando. Así que comenzamos a organizar tardes de asesoramiento para explicarles las oportunidades que tenían en este nuevo contexto.

También hemos tenido que aportar ayuda psicológica, sobre todo a niños y adolescentes traumatizados por las experiencias que habían vivido. El trauma comenzó a manifestarse al haber transcurrido seis meses desde la llegada al país. Pero es difícil hablar de tu trauma cuando no dominas el idioma del psicólogo que te está atendiendo. Por eso pusimos en marcha el proyecto Cerca, para adolescentes a partir de doce años, en el que creamos un espacio en el que se podían reunir con psicólogos y terapeutas para hablar de lo que les había ocurrido.

Pero la realidad es que no todo el mundo quiere hablar sobre lo que le ha ocurrido, así que comenzamos también unos talleres de teatro que, a través de la creatividad, aportaban un escenario en el que poder expresarse de otras maneras.

Otro ejemplo de trabajo creativo fue la puesta en marcha de una escuela de dibujo que comenzó en mayo con dos mujeres (una madre y una hija). Ellas necesitaban ayuda con su documentación y por eso llegaron a nuestro centro. La hija, de aproximadamente treinta años, me dijo: “¿Alguna vez has tenido un sueño? Mi sueño era ser artista y tener una escuela de arte. Me costó diez años construir mi propia escuela en una ciudad al sur de Ucrania”. Esa escuela abrió sus puertas en noviembre de 2021, recibiendo a sus primeros alumnos, y de este modo ella vio cómo su sueño se estaba cumpliendo. Pero, a finales del febrero siguiente, la escuela fue destruida y tuvo que refugiarse en Augsburgo. Así que ella se ofreció enseguida para atender a los niños mientras sus madres hacían el papeleo administrativo a su llegada, animándolos a dibujar. Fue tal el éxito de esta actividad que le ofrecimos continuar su trabajo como maestra de arte en la ciudad. Así fue como comenzaron las clases de arte en nuestra asociación, con dos grupos de niños desde septiembre. Esta fue también nuestra manera de llegar a los niños, algo que de otra forma habría sido imposible. En diciembre, me di cuenta de que los niños eran capaces de centrarse en dibujar manzanas, sin que afloraran otros temas que dibujaban al inicio… Nos dimos cuenta de que habían alcanzado un sentimiento de seguridad.

Otro tema importante es el del idioma. Tuvimos que hacer un gran esfuerzo para crear cursos de idiomas, de modo que las personas que llegaban desde Ucrania aprendieran el alemán, y también surgió la idea de enseñar ucraniano a los alemanes. De esta forma se creó un pequeño grupo de personas que está aprendiendo ya ucraniano, a la vez que los refugiados aprenden el idioma local.

Pero no solo se trata de atender el día a día. Los refugiados también necesitan tener voz políticamente. Decidimos que no se hablaría de migración sin la voz de los migrantes. Poco a poco hemos ido avanzando en nuestros esfuerzos para obtener esa voz.

Aquí hemos querido mostrar algunos de los proyectos que hemos desarrollado, como ejemplo de nuestra labor, pero en nuestro sitio web se reflejan todas las actividades.iii

El logro de estas iniciativas es haber conseguido que todas estas personas se sintieran seres humanos con dignidad y no víctimas. Si repensamos la migración desde el punto de vista de la dignidad de la vida, tenemos que ver a los migrantes como personas activas que pueden contribuir a la sociedad a la que migran. Esto no quiere decir que no sean vulnerables, pues vulnerables somos todos, pero aun así necesitamos espacios seguros en los que poder desarrollarnos y contribuir a la sociedad.

3. Desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado · A partir de la intervención de Almudena López Morillas

3.1. Qué es CEAR

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)iv lleva desde 1979 defendiendo el derecho de asilo, promoviendo el desarrollo integral de las personas refugiadas que huyen de conflictos bélicos o sufren violaciones de los derechos humanos, solicitantes de asilo, apátridas y migrantes con necesidad de protección internacional y/o riesgo de exclusión social. Se conformó de manera independiente y asamblearia. Aunque recibe subvenciones públicas como otras entidades, su conformación fue a través de agentes como sindicatos, la universidad, algunos partidos políticos, etc. con el objetivo de luchar por los derechos de protección internacional.

3.2. Qué se considera una persona refugiada

La condición de refugiado se reconoce a toda persona que, debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de género u orientación sexual, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no puede o, a causa de dichos temores, no quiere acogerse a la protección de tal país, o al apátrida que, careciendo de nacionalidad y hallándose fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, por los mismos motivos no puede o, a causa de dichos temores, no quiere regresar a él, y no esté incurso en alguna de las causas de exclusión del artículo 8 o de las causas de denegación o revocación del artículo 9. Art. 3 de la Ley de Asilo.

Como podemos ver, los motivos que llevan a una persona a pedir asilo pueden relacionarse con: etnia o raza, nacionalidad, religión, opiniones políticas o grupo social. Este último motivo se refiere, por ejemplo, a la discriminación por género u orientación sexual. Además de estas causas, en la actualidad también se dan flujos migratorios forzosos derivados del cambio climático.

Lo que todos estos casos tienen en común es que una persona que huye de su país y pide asilo siente que el Estado no le protege o incluso, en algunos casos, el Estado es quien le persigue y por ese motivo tiene que emigrar.

Esto nos lleva a que en 2022 se registraran 103 millones de personas desplazadas por la fuerza que tuvieron que abandonar sus hogares debido a persecuciones, conflictos, violencia, violaciones de los derechos humanos y acontecimientos que alteraron gravemente el orden público. A finales de 2021, se registraron 89,3 millones de desplazados forzosamente. De ellos, 27,1 millones de personas refugiadas han conseguido salir de su país, y 4,6 millones de personas fueron solicitantes de protección internacional. Viendo las cifras, hay más de 50 millones de personas desplazadas que siguen sin poder salir de su país. En España, se han recibido más de 65 mil solicitudes de asilo. Llama la atención la diferencia en las cifras. Teniendo en cuenta cuántas personas están desplazadas, el número de personas que solicitan asilo es muy pequeño. De hecho, en toda Europa, en 2021 se recibieron un total de 630 630 solicitudes de asilo.

Figura 4. Solicitudes de asilo en la UE (Fuente: Emisión de “Construyendo sociedades inclusivas”)
3.3. Apoyo a los refugiados a través de CEAR

CEAR tiene diferentes áreas de trabajo, cuyo objeto es brindar asesoramiento a las personas a lo largo del proceso que se inicia cuando llegan y solicitan asilo. De esta forma, se les da apoyo psicológico, idiomático, de trabajadores sociales, etc. Se desarrolla así un sistema de acogida que acompaña en un duro camino.

A continuación, vamos a hablar de la etapa denominada de “inclusión”, en la que se adscribe a las personas solicitantes de asilo a un programa que les permitirá desarrollar herramientas que les habiliten para pasar a formar parte de la sociedad que les acoge. Debemos tener en cuenta que, cuando estas personas llegan a esta etapa de inclusión, el Estado considera que ya pueden empezar a incorporarse al mercado laboral, pero en muchos casos apenas conocen el idioma o tienen pocas herramientas con las que desenvolverse en él. Es aquí donde la labor de CEAR es crucial para asesorarles y darles apoyo.

3.4. El caso de la Unidad Distrital de Colaboración-UDC en Villa de Vallecas

CEAR desarrolla proyectos locales que permiten incluir laboralmente a personas solicitantes de asilo dentro de los barrios. Esta iniciativa se desarrolla en los veintiún distritos de Madrid; cada uno de ellos tiene su unidad distrital.

La finalidad de estos proyectos es mejorar el entorno de los distritos a la vez que se fomenta la empleabilidad de personas en situación de vulnerabilidad. Porque las personas no son, de por sí, vulnerables: son las situaciones las que nos hacen vulnerables. Entonces, a través de concurso público, diferentes entidades optan a estos proyectos que se desarrollan durante dos años. En este marco, otras entidades trabajan con personas con alguna discapacidad. En el caso de CEAR, son personas solicitantes de asilo las que trabajan en estos proyectos.

Con estos proyectos, pasan de ser personas asistidas por CEAR a ser personal de CEAR, con un contrato. Se les asesora, además, sobre sus derechos como trabajadores.

Subvenciona estos proyectos el Área Delegada de Coordinación Territorial, Transparencia y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Madrid, y trabajamos en colaboración con la Junta Municipal del Distrito de Villa de Vallecas. Cubrimos “huecos” allá donde no hay contratos municipales, de forma que mejoramos la vida en el barrio de forma coordinada con la Junta Municipal del Distrito.

Figura 5. Participantes en la Unidad Distrital de Colaboración‐UDC en Villa de Vallecas (Fuente: CEAR)

Para lograr esto, se estudia el perfil de cada una de las personas solicitantes de asilo que va a participar en el programa, qué sabe hacer y qué cursos de formación necesita. Por otro lado, desde la coordinación del proyecto rastreamos qué necesidades tiene el barrio que puedan tener respuesta mediante las habilidades que tienen las personas que participan en el proyecto. Es un proceso laborioso que finalmente permite que ambas partes –los participantes en el proyecto y el barrio– se beneficien mutuamente. Con estas actividades aportamos bienestar al distrito y facilitamos la convivencia.

A través de estos proyectos CEAR persigue cuatro grandes objetivos:

El primero de ellos es “revertir situaciones de degradación urbana del medio físico mediante intervenciones de mejora del entorno urbano, el medio ambiente y la movilidad”. Para cumplir este objetivo se han desarrollado actividades como la limpieza de zonas que no cubren los contratos municipales, pintado de muros o escaleras en las escuelas del barrio, la limpieza y pintura del centro de mayores del barrio, el desbrozado de zonas verdes, el enterramiento de tubos de riego, la limpieza y adecuación del arenero de una escuela infantil, la limpieza y restauración de la fuente monumental del barrio, la creación de un huerto urbano en una escuela del barrio con accesibilidad para sillas de ruedas, etc.

El segundo objetivo es “promover la concienciación ciudadana en el cuidado de los espacios públicos al objeto de minimizar la degradación y el mal uso de los espacios, de modo que se propicien vínculos y compromisos de la vecindad con el cuidado de su entorno”. Para ello promovemos iniciativas como el Día del Árbol con el lema “Lo que siembras siempre crece”; se reparte material para recoger las heces caninas; se desarrolla una labor de concienciación sobre la recogida de basuras y el cuidado del medio ambiente, etc.

El tercer objetivo es “participar y contribuir en tareas complementarias de atención social orientadas a colectivos más vulnerables (familias, infancia, mayores, etc.), en colaboración con los servicios de los distritos, así como en actuaciones de carácter educativo, cultural o deportivo”. Para ello, se desarrollan actividades como charlas con motivo del Día Internacional de la Mujer sobre los derechos de las mujeres; el Día de los Abuelos se organizó un evento de convivencia en el que se preparó una gigantesca paella; el Día de la Paz se organizó una actividad en un colegio del barrio en el que una de las colaboradoras leyó un texto de Gandhi, para hacer después una plantación de árboles, etc. Estas actividades tienen muchos ingredientes transversales como la necesidad de mejorar el idioma, las competencias sociales, etc., que favorecen la inclusión y la cohesión social mediante el diálogo y la interacción real con las personas del barrio.

El cuarto objetivo es la “integración sociolaboral de la población activa residente excluida del mercado laboral, facilitando la formación adecuada a las funciones a desempeñar, con la finalidad de mejorar sus oportunidades de empleo”. Para ello, los integrantes reciben cursos de formación adecuados a las diferentes actividades que van a ir desarrollando en el barrio.

Es muy emocionante ver cómo la situación de las personas que participan en estos proyectos mejora, cómo van encontrando su lugar en la sociedad, formando lazos afectivos y emocionales y sintiéndose parte de la comunidad.

4. Una experiencia personal · A partir de la intervención de Alí Al Rubaye

Mi nombre es Alí y actualmente estoy trabajando en el proyecto de CEAR Unidad Distrital de Colaboración en Villa de Vallecas, a la vez que desarrollo mi tesis doctoral en la Universidad de Alcalá en el área de Física. Quiero compartir mi experiencia desde Irak, mi lugar de origen, hasta mi vida ahora en España.

En mi país tenía una vida normal con mi familia, mi trabajo y mi día a día. Por razones irracionales, me vi forzado a partir con mi familia. La realidad es que esto le puede pasar a cualquier país, como estamos viendo con la situación de Ucrania en la actualidad.

Debido a esto, tuve que adaptarme a una nueva cultura y a un nuevo idioma, empezando desde cero. Tuve que afrontar muchos obstáculos; no es sencillo llegar a un nuevo país. Para comenzar, el sistema en España es totalmente diferente al de Irak.

Aunque llevo cinco años ya viviendo en España, los últimos cinco meses, los que llevo en CEAR, han sido totalmente diferentes. Por ejemplo, anteriormente había gozado de un contrato en un supermercado, pero tuve un accidente y dejé el trabajo, simplemente porque desconocía cómo funcionaba el sistema. En cambio, en estos últimos cinco meses he empezado a aprender y entender el sistema, la administración, la burocracia en España. No solo yo; también hablo de parte de mis compañeros.

Este programa supone cuatro grandes beneficios. El primero es conocer mis derechos y mis deberes. El segundo, tener soporte económico. El tercero, aprender nuevas destrezas. El cuarto y el más importante, es ser parte de esta sociedad.

5. Conclusión · A partir de la intervención final de Ana Belén García Varela

Confiamos en que conocer la existencia de las iniciativas presentadas y, con ello, ampliar la conciencia de maneras en que como sociedad podemos ayudar a quienes dejan de manera forzosa sus países, poniendo en foco en la dignidad de sus vidas y su humanidad, haya sido de valor.

Sin duda, uno de los aprendizajes que podemos obtener de esta sesión es la significativa declaración de que ser humano significa ser una persona activa. Como hemos visto, las personas migrantes necesitan que se les brinden oportunidades de contribuir a la sociedad. Para sentirnos parte de una comunidad, como seres humanos con dignidad, necesitamos ser parte activa de ella.

Otra valiosa reflexión es que las personas en sí no son vulnerables, sino que son las situaciones las que nos hacen vulnerables. Como sociedad, deberíamos evitar incrementar la vulnerabilidad de quienes llegan y piden asilo a causa de la desprotección que han vivido en sus países de origen. En este sentido, la educación tiene un papel crucial para romper estereotipos, conocer realidades y tomar partido por la dignidad.

Para terminar, compartimos una frase de la declaración de Daisaku Ikeda a la que aludimos al inicio: “La historia del siglo XX, atravesada por los horrores de dos conflagraciones mundiales, ya debería habernos enseñado que nada es tan cruel e inhumano como las guerras”. Espero que podamos aprender sobre el pasado para no repetir los mismos errores en el futuro construyendo una sociedad más solidaria de una forma creativa.


[1] Ana Belén García Varela es subdirectora del Instituto Universitario de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda, en la Universidad de Alcalá. Además, es profesora titular de universidad e imparte docencia en el Departamento de Ciencias de la Educación de dicha universidad.

[2] Chad Hoggan es profesor de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE. UU.), en el Departamento de Liderazgo Educativo, Política y Desarrollo Humano. Sus investigaciones se centran en el aprendizaje transformacional y la educación cívica. Actualmente es coeditor del Journal of Transformative Education.

[3] Tetyana Hoggan-Kloubert es profesora de la Cátedra de Educación de Adultos y Educación Permanente de la Universidad de Augsburgo (Alemania). Sus trabajos de investigación se centran en la educación de adultos, el fenómeno de las migraciones y la educación cívica.

[4] Almudena López Morillas es coordinadora desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) del proyecto, apoyado por el Ayuntamiento de Madrid, Unidad Distrital de Colaboración-UDC en Villa de Vallecas.

[5] Alí Al Rubaye es doctorando en Física en la Universidad de Alcalá, y ha participado en el proyecto Unidad Distrital de Colaboración-UDC en Villa de Vallecas.


Notas

[i] Este material está disponible en el sitio web oficial de Daisaku Ikeda: https://www.daisakuikeda.org/es/sub/resources/works/lect/2023jan11-stmt-on-ukraine-crisis-and-nfu.html

[ii] La grabación completa de este evento está disponible en el canal de YouTube de la Universidad de Alcalá: https://www.youtube.com/watch?v=Qi2z3PaDzQw

[iii] Para conocer más sobre los proyectos desarrollados en Augsburgo, puede visitarse el sitio web https://www.deuadialog.de/vereinsleben-aktuelles

[iv] El sitio web oficial de CEAR es: https://www.cear.es/

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