Educación para transformar la historia humana:
Reflexión inspirada por la X Jornada para una Educación Creativa

Por Ana Belén García-Varela1
CUADERNOS DEL INSTITUTO IKEDA · 6 · Dic. 2022


RESUMEN: El lema elegido para la X Jornada para una Educación Creativa organizada por los educadores de la Soka Gakkai fue “Educación para transformar la historia humana”. Bajo este mensaje tan inspirador se desarrolló una mesa redonda en la que participaron Héctor del Castillo Fernández (Profesor Titular de Universidad y Director Académico del Centro de Apoyo a la Innovación Docente y Estudios On-line de la Universidad de Alcalá) y Ana Belén García-Varela (Profesora Titular de Universidad y Subdirectora del Instituto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda de la Universidad de Alcalá), bajo la coordinación de Laura Peña (maestra de Educación Primaria y miembro del comité organizador de la Jornada). En este artículo se reflejan algunas de las ideas transmitidas en la primera intervención de la profesora García-Varela.

PALABRAS CLAVE: Revolución humana, educación superior, sabiduría, ciudadanía global.


ABSTRACT: The motto chosen for the 10th Conference for Creative Education organised by the Soka Gakkai educators was «Education to transform human history». Under this inspiring message, a round table discussion was held with the participation of Héctor del Castillo Fernández (University Professor and Academic Director of the Support Centre for Teaching Innovation and On-line Studies at the University of Alcalá) and Ana Belén García-Varela (University Professor and Deputy Director of the Daisaku Ikeda Institute for Research in Education and Development at the University of Alcalá) under the coordination of Laura Peña (Primary Education teacher and member of the organising committee of the Conference). This article reflects some of the ideas conveyed in Professor García-Varela’s first intervention.

KEYWORDS: Human revolution, high education, wisdom, global citizenship.


De izquierda a derecha de la imagen: Ana Belén García Varela, Laura Peña y Héctor del Castillo, durante la X Jornada para una Educación Creativa

1. Introducción

Como docente me siento profundamente convencida de que la educación es el eje fundamental para transformar nuestra sociedad. Este cambio se puede llevar a cabo desde cualquier nivel educativo en el que estemos ejerciendo nuestra profesión. Por ello, esta reflexión girará en torno a la idea de cómo cada uno de nosotros puede transformar la realidad desde su propio contexto, tratando de poner ejemplos concretos de cómo intento desarrollarlo en mi vida profesional.

La educación es un potente instrumento de transformación de la sociedad, pues a través de ella no solo estamos adquiriendo unos conocimientos teóricos o prácticos, sino que estamos trasladando una postura personal hacia la realidad que nos rodea. Incluso en una enseñanza muy instruccional, como podría ser enseñar a conducir un coche, de manera implícita se está trasladando unos valores sobre lo que significa ser conductor, el cuidado de los peatones, las normas cívicas, etc. Por ello, es necesario, como profesionales de la educación, replantearnos cuáles son los objetivos explícitos e implícitos que están detrás de nuestras prácticas educativas diarias y cuál es nuestra postura hacia ellas.

Así, en el libro Educación para una Vida Creativa, Tsunesaburo Makiguchi (1989) nos dice que:

la educación debe tratar de generar conciencia social e identificación con el bien social. Debería apuntar a cultivar “la personalidad necesaria por los miembros de una sociedad, que les permita ser partícipes creativos de dicha sociedad”. El proceso de formación del individuo es sumamente importante, pero no se lo debe concebir egoístamente, sino en función de la contribución social que habrá de hacer cada persona. (Makiguchi, 1989, p.206)

Makiguchi no solo plantea que la educación debe estar basada en la construcción de la felicidad de las personas en un sentido profundo, sino que además implica el desarrollo de una conciencia social que permita a su vez la mejora del entorno. Por eso, en la obra de Makiguchi es fundamental el concepto de creación de valor que da lugar a un desarrollo de la personalidad de cada individuo en consonancia con las circunstancias que le rodean.

Llevando estas ideas a la actualidad, en el mundo globalizado en el que vivimos, tenemos que reflexionar sobre qué competencias son las que deberíamos ser capaces de ayudar a desarrollar en nuestros estudiantes para que puedan ejercer su labor como ciudadanos de pleno derecho y contribuir a la mejora de la sociedad. Pensar sobre la educación para una ciudadanía global implica reflexionar sobre los retos que nos plantea el presente y el futuro de la humanidad. Por supuesto, el conocimiento que requiere nuestra realidad ya no es academicista ni enciclopédico, y requiere más que nunca de personas capacitadas para adaptarse a situaciones cambiantes y que sean además capaces de pensar no solo en su pequeño contexto cercano, sino que puedan tomar decisiones con implicaciones a gran escala.

Por ello, revisando la labor por la educación y la construcción de la paz de Daisaku Ikeda entendemos mejor que:

nacer humano no hace que uno sea un ser humano. ¿Acaso no nos convertimos en humanos sólo cuando nos esforzamos tenazmente por vivir como tales? Por eso es tan importante la educación. Necesitamos una educación humana para convertirnos en seres humanos. (Goulah, 2021, p.ix)

Necesitamos desarrollar un sentido de pertenencia a la humanidad en su conjunto y poner el énfasis en una espiritualidad centrada en el ser humano, en la interdependencia con nuestro medio ambiente y el crecimiento personal para poder contribuir como ciudadano de pleno derecho en la sociedad. Como veremos, estas son características fundamentales de un ciudadano global comprometido con su contexto que además tiene que formarse no solo en el desarrollo de sus conocimientos, sino también en cómo aplicarlos con sabiduría. De este modo, en este artículo profundizaremos en qué significa ser un ciudadano global y cuál es la diferencia entre conocimiento y sabiduría.

2. Ciudadanía global

¿Pero qué es la educación para una ciudadanía global? Ikeda nos dice que “ser ciudadano del mundo no es convertirse en algo especial. En cierto sentido, es una persona que vive de la manera más humana, una vida dedicada a promover la felicidad de uno mismo y de los demás” (Abueva & Ikeda, 2015, p.254). De este modo, esta forma de entender la ciudadanía entronca con el concepto de revolución humana tan presente en la obra de Daisaku Ikeda. Es solo a partir de nuestra transformación interior como podemos desarrollar esa revolución que no solo revierte en el propio individuo sino en la sociedad de la que forma parte. De este modo, la educación se debería enfocar en el desarrollo del potencial ilimitado del ser humano, pues el objetivo principal de la enseñanza no debería ser dar explicaciones o transmitir información, sino permitir a nuestros alumnos y alumnas desarrollar toda su creatividad de manera que revierta en su propio contexto (Chowdhury & Ikeda, 2020). Y es que “la nuestra es una lucha de revolución humana, una lucha para superar nuestra propia falta de preocupación por los demás y despertar la compasión de Buda” (Abueva & Ikeda, 2015, p.255). Es desde esta postura de compromiso desde donde podemos contribuir como ciudadanos globales para construir un mundo más justo.

De este modo, la educación humanista que propone Ikeda (Chowdhury & Ikeda, 2020) revierte el énfasis que la educación tradicional pone en la transmisión de información sin mediación de la sabiduría, para enfocarse en la construcción del saber que nos permite avanzar en el propósito de contribuir al bienestar humano superando el egoísmo individual.

Por eso, Daisaku Ikeda define tres características que debería desarrollar una ciudadanía global (Ikeda, 2020):

  • Sabiduría para comprender la interconexión de la vida y los seres vivos.
  • Valor para aprender a respetar sin miedo las diferencias y crecer con los demás.
  • Compasión para poder empatizar con el sufrimiento ajeno.
2.1. Sobre la interconexión de la vida y los seres vivos

Un principio fundamental en la filosofía de Daisaku Ikeda es el estudio de la interconexión entre la vida y los seres vivos. Así, Ikeda nos dice que:

El hombre solo puede desarrollar creativamente su vida cuando está en armonía con el ambiente natural, en una relación que implica dar y recibir. A partir de este enfoque, el budismo enseña que el vínculo entre el ser humano y la naturaleza no es de oposición, sino de interdependencia mutua. (…) El medio ambiente no es algo fijo e inmutable; cambia en función de la clase de vida que sostiene. El ambiente específico que necesita un ser humano, por ejemplo, es diferente del que necesita un ave; pero, al mismo tiempo, también son distintos los ambientes de cada ser humano individual. En tal sentido, el sujeto viviente y el medio circundante son una entidad indivisible. (Toynbee & Ikeda, 2022, p.33)

Una vez que somos conscientes de esta interconexión podemos entender la frase que ha sido emblema de muchas luchas activistas: “Piensa de forma global, actúa de forma local” [i]. Si nos esforzamos por el progreso de nuestra comunidad, de nuestro entorno más cercano, podremos transformar la sociedad. Por tanto, el cambio se puede producir, se puede generar, desde el contexto desde el que nos estamos desarrollando, desde el que vivimos cada día.

El ámbito universitario en el que trabajo cada vez es más consciente de la necesidad de conectar con la realidad local para favorecer que los estudiantes puedan desarrollar de una manera más real sus competencias, a la vez que pueden ir generando una huella valiosa para su sociedad. De este modo, surgen los proyectos de Aprendizaje-Servicio de los que nos habla Héctor del Castillo en otro artículo en este mismo número de la revista Cuadernos del Instituto Ikeda.

Son también numerosos los equipos y proyectos de investigación que se promueven desde las diferentes facultades para tratar de dar sentido y contribuir al conocimiento y mejora de nuestra realidad.

También es cada vez más habitual que profesionales que ejercen su labor en distintos campos, puedan contribuir de manera puntual o reiterada en asignaturas de los planes de estudio universitarios. Un ejemplo de ello es la asignatura transversal Educación para la Felicidad, que imparto con mi compañero Alejandro Iborra, y que cuenta con el apoyo de diferentes colaboradores que aportan su experiencia profesional y personal para ayudar a los estudiantes a avanzar en su aprendizaje [ii]. La experiencia real de estas personas permite reflexionar desde situaciones concretas que permitan conectar teoría y práctica de forma que los aprendizajes puedan tener sentido.

2.2. Sobre aprender a respetar las diferencias

Para poder aprender a respetar las diferencias es necesario el intercambio de ideas, conocer e interactuar con los otros. De este modo:

al sumergirse en diversas culturas e interactuar con personas de distintos ámbitos de la vida, los jóvenes, en particular, son capaces de pulirse y ser más sabios sobre el mundo. Creo que debemos seguir explorando y comprometiéndonos con el tipo de educación humana que anima a nuestros jóvenes a realizar sus sueños y amplía significativamente el alcance de su potencial. (Abueva & Ikeda, 2015, p.258).

Bajo este espíritu de encuentro y diálogo que nos inspira Ikeda, podemos comprender mejor la importancia de los programas de movilidad que promueve, por ejemplo, la Universidad Soka de la cual es fundador, o incluso la colaboración surgida entre nuestras universidades a través del Instituto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda.

Asimismo, cada año la Universidad de Alcalá recibe alrededor de cuatro mil estudiantes de universidades extranjeras que vienen a realizar durante unos meses sus estudios con nosotros [iii]. También son cada vez más habituales los intercambios de profesorado o los proyectos de investigación que implican a diferentes universidades. Estas experiencias son muy enriquecedoras para poder conocer otras realidades y generar vínculos valiosos entre las personas que promuevan una mejor comprensión de diferentes contextos que nos permitan respetar y apreciar a los demás.

2.3. Sobre empatizar con el sufrimiento ajeno

Ser consciente de la interconexión con nuestro medio ambiente y con otros seres vivos, así como aprender a respetar y apreciar las diferencias, es el inicio para poder empatizar con los sentimientos de otras personas. Nuestra felicidad es dependiente de la de los demás pues el mundo es el escenario donde se despliega la vida compartida (Makiguchi, 1989). Así, bajo el lema, “no dejar a nadie atrás”, Daisaku Ikeda en su propuesta de paz de 2021 ya nos hacía reflexionar sobre la importancia de generar lazos de apoyo entre las personas para poder superar los retos que nos encontramos en la actualidad. En su propuesta de este año da un paso más y plantea que:

debemos aspirar a construir un orden social en que todos puedan experimentar palpablemente que su vida es digna y buena; donde las personas que han sufrido los peores reveses y se han entregado a la mayor desesperanza puedan, a través de la ayuda de otro, sentir el júbilo y el alivio de encontrar un refugio seguro (Ikeda, 2022, p.18).

Para ello, cada uno de nosotros puede plantearse de qué manera está pudiendo participar en la transformación de su contexto y en el apoyo a otras personas con las que incluso convivimos o interactuamos a diario.

Desde la Universidad de Alcalá contamos con la Oficina de Cooperación Universitaria y Voluntariado que promueve actividades solidarias y fomenta acciones de voluntariado, sensibilización y concienciación de la comunidad universitaria a través de diferentes proyectos.

3. Conocimiento y sabiduría

Otro aspecto fundamental para entender nuestro papel como agentes de cambio y transformación de la sociedad a partir de la educación es entender la diferencia entre enfocarnos al conocimiento o al desarrollo de la sabiduría. Makiguchi nos decía en su libro Sistema Pedagógico para la Creación de Valor:

el objetivo de la educación no es la transferencia de conocimiento ni la manipulación fragmentada de la información; sino permitir la adquisición de métodos para aprender por uno mismo; es la provisión de las llaves para abrir la bóveda del conocimiento (Abueva & Ikeda, 2015, p.250).

Por tanto, no debemos confundir el conocimiento con la sabiduría. Ikeda nos lo explica con la metáfora de la bomba de extracción de agua. Y nos dice que el conocimiento es el medio con el que se extrae el manantial de la sabiduría. Aunque el conocimiento pueda ser científico y, en ese sentido, entendido como universal, a través de la sabiduría puede cobrar vida, crear valor y ser un motor para la construcción del bien. Actualmente, se suele enfatizar mucho el valor del conocimiento, por ejemplo, a través de la tecnología, frente al desarrollo de la sabiduría, que es esencial en la educación. Lo vemos en nuestro día a día, donde cada vez tenemos más fuentes de conocimiento, pero necesitamos sabiduría para poder interpretarlas y darles valor. Por ello, es fundamental trabajar desde una comprensión de la educación integral del individuo.

En un mundo complejo como en el que hoy vivimos, con tan diverso contenido de fácil acceso a través de internet, debemos ayudar a desarrollar en las nuevas generaciones una actitud crítica, que además esté construida desde un conocimiento básico de la ciencia. Como ya analizaba Henry Jenkins (Jenkins et al., 2013) es fundamental desarrollar una postura crítica y participativa como parte de la alfabetización digital de las nuevas generaciones. Pero, además, debido a la proliferación de informaciones falsas o ideológicamente interesadas, es necesario tener una potente base de alfabetización científica para poder sustentar ese pensamiento crítico. Por ejemplo, pueden surgir informaciones erróneas basadas en un desconocimiento de las teorías científicas (como ocurre con las teorías terraplanistas o la negación del cambio climático, por ejemplo). Aquí, la escuela a través de la alfabetización científica de las nuevas generaciones tiene una gran labor para desarrollar.

Una educación integral debe tener en cuenta la educación como un proceso donde no solo se trata de desarrollar aprendizajes conceptuales o de habilidades, sino que debemos abordar también otros aspectos que hasta ahora no se han hecho tan visibles como son el desarrollo emocional y social. Además, es necesario que esos aprendizajes estén conectados con la realidad. Muchas investigaciones actuales desde el campo de la neuroeducación, por ejemplo, muestran cómo la emoción es indispensable para poder aprender (Mora, 2020). Sin emoción no hay curiosidad, no hay atención y, por tanto, no puede haber aprendizaje. Por eso es tan relevante preguntarnos de qué manera estamos siendo capaces de interesar o de motivar a los estudiantes hacia el conocimiento, por ejemplo, de las ciencias. Existen investigaciones actuales, como la de Bian y sus colaboradores (2017), que nos muestran que los estereotipos de género sobre las habilidades intelectuales emergen en la infancia e influencian los intereses posteriores de niños y niñas. Aunque a la edad de cinco años, los niños no parecen diferenciar aun entre expectativas de género en relación con las habilidades cognitivas, a los seis años, las niñas ya suelen destacar frente a los chicos como más brillantes en ciertas habilidades académicas. Esto nos muestra cómo en función de nuestro género nuestra percepción subjetiva nos irá enfocando a tareas diferentes. Este tema también ha sido abordado desde el estudio del STEM por autores como Bybee (2019) que analizaba la brecha de género existente en el aprendizaje de las ciencias y encontraba que ya desde la escuela primaria las niñas comenzaban a no sentirse tan capaces como sus compañeros varones en torno a estos temas. Esto no se debe a ningún tipo de capacidad innata, por supuesto, sino a un proceso de socialización que nos va enfocando a determinadas habilidades dependiendo de nuestro género.

Así, las investigaciones de Louise Archer (2020) han demostrado que el período entre los 10 y los 14 años es crítico para el desarrollo de las actitudes de los jóvenes hacia la ciencia. Alrededor de los 14 años, la actitud hacia la ciencia de la mayoría de los jóvenes ya está bastante construida. Por este motivo, podemos considerar que las vocaciones se desarrollan en este periodo y que es necesario dar espacio a niños y niñas para que experimenten con la ciencia para poder explorar sus capacidades y desarrollar su interés por ella.

Desde estas inquietudes surgió el equipo de investigación Investiga, Construye, Crea [iv] en el que colaboro. Se trata de un equipo interdisciplinar en el que participan profesores de diferentes áreas de conocimiento científico con el objetivo de desarrollar proyectos de intervención educativa, que permitan conectar las ciencias de forma interdisciplinar para poder generar aprendizajes significativos en los niños y las niñas de educación primaria y secundaria.

Como equipo, nos inspiramos en proyectos como el Youth Equity + STEM de la profesora Louise Archer (2020), que a través de enfoques STEM desarrolla sus actividades en centros de Reino Unido. En sus investigaciones muestra que las actitudes hacia la ciencia que se estudia en la escuela, las actitudes de los padres hacia la ciencia y el autoconcepto que los niños y niñas poseen en relación con las ciencias (es decir, si considero o no que soy bueno en ciencias) son los factores que influyen en las aspiraciones científicas que tendrán los estudiantes en el futuro.

Partimos de la premisa de que aprender sobre ciencia supone ser capaz de entender mejor el mundo que nos rodea y ser capaz de preservarlo. Para ello, desarrollamos proyectos donde conectamos la vida real con los conocimientos descritos en el curriculum de forma que los niños y niñas investiguen, manipulen, se hagan preguntas, etc.

Nuestro equipo de investigación está trabajando, actualmente, en un proyecto financiado por la Comunidad de Madrid bajo el título “Diseño e implementación de actividades STEAM”, en el que hemos diseñado una propuesta para cuarto curso de Educación Primaria donde se abordan diferentes contenidos curriculares con el hilo conductor del antiguo Egipto. Se trata de facilitar el desarrollo de competencias complejas conectadas con diferentes disciplinas científicas siguiendo los contenidos curriculares de cuarto curso de Educación Primaria de forma que el estudiante adopta un papel activo, ya que tiene que pensar, imaginar, decidir, planificar, anticipar, investigar, hacer conexiones con el entorno, inventar, documentar y realimentar a otros compañeros; desarrollando conocimientos y habilidades esenciales para desenvolverse eficientemente ante los retos y desafíos que impone el mundo actual.

Con el debate surgido a partir de la última ley de educación se ha vuelto a poner el foco en el aprendizaje por competencias frente a un currículo más centrado en objetivos de aprendizaje y contenidos curriculares. En educación primaria, al igual que nos ocurre en el ámbito universitario, desde la creación del Espacio Europeo de Educación Superior, ya estamos más que familiarizados con estos términos. Pero tal vez, una comprensión más tradicional de nuestra enseñanza todavía plantea los saberes de una manera parcelada y encapsulada. Ser competente implica ser capaz de desenvolvernos en un mundo complejo, regido por la incertidumbre, ser capaces de resolver problemas de cierta complejidad encadenando una serie de estrategias de manera coordinada. El conocimiento ya no es enciclopédico, sino que necesitamos formar personas capaces de saber qué, saber cómo y saber cuándo y por qué. Es decir, alguien capaz de enfrentarse de una forma creativa a problemas del escenario social en el que se está desarrollando (Monereo y Pozo, 2007).

Los nuevos avances tecnológicos de nuestra sociedad y la creciente demanda del mundo empresarial de perfiles científicos deben hacer replantearnos cómo abordar las competencias científicas en la escuela. Es necesario incluir en la escuela competencias relacionadas con las ciencias experimentales, la matemática o la ingeniería, pero además también competencias básicas necesarias en la sociedad actual como, por ejemplo, el aprendizaje colaborativo, la toma de decisiones en equipo, la resolución de problemas, la creatividad, etc. A través de la introducción de proyectos interdisciplinares, o incluso transdisciplinares, podemos desarrollar habilidades productivas, creativas, digitales y comunicativas, convirtiéndose en un motor para la innovación generando nuevos entornos de aprendizaje.

Para llevar a cabo nuestro proyecto, seguimos la metodología 5E de Rodger W. Bybee y sus colaboradores (2019), que ha sido utilizada en didáctica de las ciencias experimentales y que aquí la aplicamos en un proyecto interdisciplinar siguiendo un enfoque STEAM.

Siguiendo la propuesta la metodología 5E de Bybee (2019), nuestro proyecto se divide en 5 fases. La primera de ellas que es denominada «enganchamos», nos sirve para comenzar a generar interés por los temas que se van a ir desarrollando en el proyecto a través de una yincana de actividades motivadoras. Las fases denominadas “explicamos” y “exploramos”, en este proyecto, se abordan desde cada disciplina con los contenidos curriculares relacionados con las fracciones y decimales en la matemática; las máquinas simples, desde la física; el sonido, la voz y los instrumentos, desde la música; y la programación con microbit desde la ingeniería. En estas fases, todos estos contenidos se trabajan de forma manipulativa a través de pequeñas actividades que ponen a niños y niñas en situaciones de aprendizaje colaborativo. Después, en la fase «elaboramos», todo el grupo de clase crea una gran maqueta de una pirámide haciendo uso de las herramientas que han adquirido en las fases anteriores. La última fase, conocida con el nombre de “evaluamos”, nos sirve para poder reflexionar con el grupo sobre lo que han aprendido, desarrollar las capacidades metacognitivas y conectarlo con preguntas relacionadas con aspectos éticos ayudándoles a desarrollar su pensamiento crítico. Para ello, utilizamos la herramienta de visual thinking y el aprendizaje dialógico para ir construyendo las conclusiones del grupo de una forma creativa.

Con este proyecto queremos favorecer que niños y niñas puedan comenzar a comprender mejor desde la ciencia el mundo que les rodea. Y es que conocer la realidad nos permite poder tener una opinión crítica de ella y ser ciudadanos más conscientes de nuestro papel en el mundo.

4. Conclusiones

A través de este artículo, se ha reflexionado sobre cómo podemos transformar nuestra sociedad partiendo de nuestra labor educativa. Trabajar en educación nos permite sembrar las semillas que favorecerán el desarrollo del gran potencial de nuestros estudiantes que serán el futuro de la sociedad. Para ello debemos ser conscientes de nuestro importante papel como educadores. En un artículo que publicamos anteriormente en la Revista Cuadernos del Instituto Ikeda, que fue desarrollado por Mitsuko Matsumoto (2021), se expone que siguiendo los planteamientos de Makiguchi el rol docente se fundamenta en cinco claros pilares: guiar el aprendizaje de los estudiantes; encontrar un interés genuino en el bienestar de los estudiantes; creer en el potencial de los estudiantes; participar en el aprendizaje continuo y el crecimiento mutuo; y la necesidad de autorreflexión de los docentes. Asumiendo estos pilares, podemos contribuir no solo a generar conocimiento en nuestros estudiantes, sino a mostrarles el camino de cómo hacer uso de él a través de la sabiduría para que puedan ser ciudadanos críticos y comprometidos con la sociedad.

Si desde esta perspectiva asumimos nuestro importante papel de agentes de cambio como docentes, podemos contribuir a generar un proceso de transformación social, que se inicia en nuestro contexto más cercano con nuestra propia transformación interior. Pues, indudablemente, “la revolución espiritual es un requisito indispensable para lograr un verdadero bienestar humano” (Toynbee & Ikeda, 2022, p.129).


[1] Ana Belén García Varela es Subdirectora del Instituto Universitario de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda de la Universidad de Alcalá. Además, es profesora Titular de Universidad e imparte docencia en el Departamento de Ciencias de la Educación de dicha Universidad.


Notas

[i] El lema think global, act local se suele atribuir al activista Patrick Geddes a principios de siglo XX de su obra de 1915 Cities in Evolution.

[ii] En el número 5 de la revista Cuadernos del Instituto Ikeda se puede encontrar el artículo “Algunas reflexiones sobre creación de valor y felicidad: La perspectiva de las estudiantes de la asignatura Educación para la Felicidad”.

[iii] Datos recogidos de https://www.uah.es/es/conoce-la-uah/la-universidad/la-uah-en-cifras/la-oficina-estadistica/relaciones-internacionales/#2021-22

[iv] Web del Grupo de Investigación “Investiga, Construye, Crea” de la UAH https://icc.web.uah.es/


Apoyos

El Proyecto “Diseño e implementación de actividades STEAM” ha sido financiado por la Comunidad de Madrid con referencia CM/JIN/2019-024.


Referencias

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Archer, L., Moote, J., MacLeod, E., Francis, B. & DeWitt, J. (2020). ASPIRES 2: Young people’s science and career aspirations, age 10–19. UCL Institute of Education. https://discovery.ucl.ac.uk/id/eprint/10092041

Bian, L., Leslie, S.J., Cimpian, A. (2017). Gender stereotypes about intellectual ability emerge early and influence children’s interests. Science, 355, 389-391. https://science.sciencemag.org/content/355/6323/389/tab-pdf

Bybee, R. W. (2019). Using the BSCS 5E instructional model to introduce STEM disciplines. Science and Children, 56(6), 8-12. https://www.proquest.com/scholarly-journals/using-bscs-5e-instructional-model-introduce-stem/docview/2175248957/se-2?accountid=14475

Chowdhury, A.K. & Ikeda, E. (2020). Creating the culture of peace. A clarion call for individual and collective transformation. London and New York: I.B. Tauris.

Goulah, J. (2021). Foreward. En Daisaku Ikeda, The light of learning. Selected writings on education. Santa Mónica: Middleway Press.

Ikeda, D. (2020). Un nuevo humanismo. Discursos universitarios de Daisaku Ikeda. Instituto Ikeda y Ediciones Civilización Global.

Ikeda, D. (2022). Transformar la historia humana: un haz de luz hacia la paz y la dignidad. Propuesta de Paz de 2022. Ediciones Civilización Global.

Jenkins, H.; Ford, S. & Green, J. (2013). Spreadable Media: Creating Value and Meaning in a Networked Culture. New York: NYU Press.

Makiguchi, T. (1989). Educación para una vida creativa. UFLO.

Matsumoto, M. (2021). La actitud del maestro: un requisito fundamental en la educación creadora de valor. Cuadernos del Instituto Ikeda, 4, 29-42.

Monereo, C. & Pozo, J.I. (2007). Competencias para (con)vivir con el siglo XXI. Cuadernos de Pedagogía, 370, 12-18. http://maaz.ihmc.us/rid=1GLSWYC7N-Y2LLHH-H7H/Competencias%20para%20convivircon%20el%20siglo%20XXI.pdf

Mora, F. (2020). Neuroeducación. Sólo se puede aprender aquello que se ama. Madrid: Alianza Editorial.

Toynbee, A.J. & Ikeda, D. (2022). Elige la vida. Madrid: Instituto Ikeda y Ediciones Civilización Global.

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